LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. MARCOS 9, 2-10.
Este episodio de la Transfiguración del Señor nos anuncia la gloria eterna y nos invita a pensar en el mundo maravilloso que viviremos estando en la presencia de Dios; es un adelanto del resplandor, hermosura y paz que encontraremos, de lo espléndido que es estar a su lado con todos los bienaventurados.
El primer anuncio de la pasión del Señor había sumergido a los discípulos en una profunda crisis y en sus cabezas todo era confusión; estaban perdidos en las ideas del gobierno y en la religión oficial de la época que enseñaban que el Mesías sería glorioso y victorioso, es por ello que Pedro reacciona con mucha fuerza contra la cruz, pues, un condenado a la muerte de cruz no podía ser el Mesías.
Ante esto y como un regalo, la experiencia de la Transfiguración de Jesús podía ayudar a los discípulos a superar el trauma de la Cruz. En efecto, en la Transfiguración Jesús aparece en la gloria, mostrando su doble naturaleza, humana y divina y habla con Moisés y con Elías de su pasión y muerte, ya que el camino de la gloria pasa también por la cruz. Jesús es verdaderamente el Mesías glorioso, según el anuncio dado en la profecía del Siervo de Dios.
Jesús sube a un monte alto para rezar y allí, sobre la cima de la montaña, Jesús aparece en la gloria delante de Pedro, Santiago y Juan. Junto a Él aparecen también Moisés y Elías. El monte alto evoca al Monte Sinaí, donde, en el pasado, Dios había manifestado al pueblo su voluntad, consignando la ley a Moisés. Las vestiduras blancas de Jesús recuerdan a Moisés envuelto en la luz cuando habla con Dios en la Montaña y recibe la Ley de Dios.
La Transfiguración se da seis días después de las fiestas de las tiendas, que era una fiesta muy popular de seis días que festejaba el don de la ley de Dios y los cuarenta años pasados por el pueblo de Israel en el desierto. Para recordar estos hechos, el pueblo debía transcurrir una semana en tiendas improvisadas. Por esto es que Pedro se ofrece para construir tres tiendas y quedarse allí donde se encontraba muy feliz y en paz.
Apenas Jesús queda envuelto en el resplandor de la gloria, surge una voz del cielo que dice: este es mi Hijo predilecto en quien tengo mi complacencia, escúchenlo, pero, de pronto, al mirar alrededor los discípulos ya no vieron más que a Jesús, lo cual sugiere que desde ahora en adelante Jesús es la única revelación de Dios para nosotros, Él es nuestra única salvación.
Debemos escuchar a Jesús, seguirlo y dejarnos tocar por su amor para que nos transforme y nos haga personas nuevas. Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos hace ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Santo Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir adelante, vencer las tentaciones y dejar atrás todas las ataduras hacia lo terreno para lograr así una sincera y verdadera conversión. Amén.
Este episodio de la Transfiguración del Señor nos anuncia la gloria eterna y nos invita a pensar en el mundo maravilloso que viviremos estando en la presencia de Dios; es un adelanto del resplandor, hermosura y paz que encontraremos, de lo espléndido que es estar a su lado con todos los bienaventurados.
El primer anuncio de la pasión del Señor había sumergido a los discípulos en una profunda crisis y en sus cabezas todo era confusión; estaban perdidos en las ideas del gobierno y en la religión oficial de la época que enseñaban que el Mesías sería glorioso y victorioso, es por ello que Pedro reacciona con mucha fuerza contra la cruz, pues, un condenado a la muerte de cruz no podía ser el Mesías.
Ante esto y como un regalo, la experiencia de la Transfiguración de Jesús podía ayudar a los discípulos a superar el trauma de la Cruz. En efecto, en la Transfiguración Jesús aparece en la gloria, mostrando su doble naturaleza, humana y divina y habla con Moisés y con Elías de su pasión y muerte, ya que el camino de la gloria pasa también por la cruz. Jesús es verdaderamente el Mesías glorioso, según el anuncio dado en la profecía del Siervo de Dios.
Jesús sube a un monte alto para rezar y allí, sobre la cima de la montaña, Jesús aparece en la gloria delante de Pedro, Santiago y Juan. Junto a Él aparecen también Moisés y Elías. El monte alto evoca al Monte Sinaí, donde, en el pasado, Dios había manifestado al pueblo su voluntad, consignando la ley a Moisés. Las vestiduras blancas de Jesús recuerdan a Moisés envuelto en la luz cuando habla con Dios en la Montaña y recibe la Ley de Dios.
La Transfiguración se da seis días después de las fiestas de las tiendas, que era una fiesta muy popular de seis días que festejaba el don de la ley de Dios y los cuarenta años pasados por el pueblo de Israel en el desierto. Para recordar estos hechos, el pueblo debía transcurrir una semana en tiendas improvisadas. Por esto es que Pedro se ofrece para construir tres tiendas y quedarse allí donde se encontraba muy feliz y en paz.
Apenas Jesús queda envuelto en el resplandor de la gloria, surge una voz del cielo que dice: este es mi Hijo predilecto en quien tengo mi complacencia, escúchenlo, pero, de pronto, al mirar alrededor los discípulos ya no vieron más que a Jesús, lo cual sugiere que desde ahora en adelante Jesús es la única revelación de Dios para nosotros, Él es nuestra única salvación.
Debemos escuchar a Jesús, seguirlo y dejarnos tocar por su amor para que nos transforme y nos haga personas nuevas. Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos hace ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Santo Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir adelante, vencer las tentaciones y dejar atrás todas las ataduras hacia lo terreno para lograr así una sincera y verdadera conversión. Amén.